En la rica historia presidencial de Argentina, los líderes de la nación han residido en una variedad de lugares. Sin embargo, en 1910, Roque Sáenz Peña, hijo de Luis Sáenz Peña, adoptó una solución singular al mudarse a la mismísima Casa Rosada. Esta elección de residencia, única entre los presidentes argentinos, plantea preguntas intrigantes sobre su concepción del poder y su adaptación a circunstancias personales.

Roque Sáenz Peña, diagnosticado con diabetes, justificó su decisión de mudarse a su lugar de trabajo debido a dificultades de movilidad. No obstante, es probable que otras consideraciones, más íntimas y relacionadas con su concepción del poder, también influyeran en esta elección inusual.

Como inquilino exigente, Sáenz Peña realizó importantes mejoras antes de mudarse. Esto incluyó la creación de un jardín de invierno, que posteriormente se convertiría en oficinas durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, y la decoración majestuosa de los salones. Durante su mandato, él y su esposa residieron en el primer piso de la Casa Rosada, donde hoy se encuentra el despacho presidencial. Además, en ese espacio se ubicaba su espacioso comedor.

La casa presidencial adquirió una atmósfera más palaciega durante su mandato. Los sirvientes lucían librea, calzón corto, medias blancas y zapatos con hebillas, mientras que la vajilla fue importada de Europa. Sáenz Peña se sentía como en Versalles.

Sin embargo, lo más destacado de su presidencia fue la promulgación de la Ley Sáenz Peña en 1912. A pesar de su origen conservador, Roque Sáenz Peña promovió esta ley que introdujo el sufragio universal, secreto y obligatorio en Argentina. La lucha por el sufragio popular había caracterizado las dos décadas anteriores, y el propio Sáenz Peña se reunió en secreto con el líder Hipólito Yrigoyen para garantizar la implementación de la reforma electoral.

La Ley Sáenz Peña estableció un registro electoral con un control riguroso de los padrones, fiscalizado por la justicia federal. Además, descentralizó las mesas electorales. Su legado perdura, ya que la participación electoral en Argentina aumentó significativamente: en 1916, votó el 62,85% del padrón, en contraste con el 81% en 1928.

A pesar de esta significativa reforma electoral, el sufragio femenino no se materializó hasta 1947, bajo el gobierno peronista. La legislación que permitió a las mujeres votar se implementó en 1951. A pesar de sus orígenes, Roque Sáenz Peña dejó un legado democrático perdurable en Argentina, al adoptar la Ley Sáenz Peña, que aún está vigente y establece el sufragio obligatorio en el país. La evolución del sufragio en Argentina, desde su primera implementación en 1912 hasta la actualidad, es un testimonio de la importancia de la democracia en la nación.

Las elecciones municipales en Hurlingham están en pleno desarrollo, y hasta ahora se han llevado a cabo sin incidentes notables. Esto es motivo de alivio para muchos en medio de crecientes preocupaciones sobre irregularidades electorales que afectan a todo el país. A medida que los votantes eligen al próximo intendente del municipio, se mantiene un clima de tranquilidad en la localidad, lo que contrasta con problemas como la rotura de boletas en otros lugares de Argentina, donde se comfirman rupturas de boletas o atentados contra la democracia en forma de anulacion de votos.