La ciudad de Santa Fe enfrenta una grave problemática que ha generado preocupación y temor entre los habitantes del macrocentro. Desde un apagón que dejó sin luz a la zona centro y sur de la ciudad, la falta de iluminación en las calles se ha convertido en un tema crítico, alimentando la inseguridad y afectando la vida cotidiana de los vecinos.

La intersección de las calles Moreno y Urquiza se ha convertido en el epicentro de las protestas vecinales. Los residentes, cansados de vivir en la oscuridad, se reunieron para manifestar su descontento y exigir respuestas de las autoridades locales. La falta de luz no solo ha alterado la rutina diaria, sino que también ha incrementado significativamente la sensación de inseguridad en la zona.

Raúl, uno de los vecinos afectados, compartió su frustración con el medio local AIRE. A pesar de sus intentos de contactar a la municipalidad para que se solucione el problema, no ha obtenido respuestas efectivas. «Le hablé a la municipalidad y te atienden, pero lamentablemente no solucionan el tema. Y el tema de seguridad es impresionante, igual que la luz», relató. La desesperación lo llevó a tomar medidas por su cuenta, utilizando los reflectores de la alarma comunitaria para iluminar la zona y disuadir a posibles delincuentes. «El otro día, a las dos de la mañana, sentí ruido y cuando prendí los reflectores, vi a tres personas forcejeando para entrar al negocio de al lado», agregó.

Susana, otra vecina del macrocentro, también expresó su impotencia ante la falta de acción de las autoridades. «Vivimos como se puede, pero cuando me levanto, prendo los reflectores de la alarma comunitaria, aunque después de un rato se apagan. Si se queman, tendremos que poner dinero entre los vecinos para reponerlos, y no es barato», manifestó. A pesar de los múltiples reclamos, la oscuridad en su cuadra persiste. «Sé de algunos vecinos que cuando llaman para reclamar, les dicen que ya está solucionado, pero acá no es así. Algunas zonas fueron reparadas, pero acá no», señaló, visibilizando la disparidad en la respuesta municipal.

La falta de iluminación no solo afecta la seguridad, sino también la calidad de vida de los vecinos. Uno de ellos describió cómo la ausencia de luz ha modificado drásticamente la vida cotidiana en la zona. «La presencia policial es muy poca. No se puede salir, realmente. No podés hacer la vida cotidiana. A las siete se hace de noche y no tenés otra opción más que quedarte adentro. Te quedan actividades sin hacer, tenés que organizarte para el otro día porque te roban», explicó, destacando cómo la inseguridad ha obligado a los residentes a reprogramar sus actividades diarias.

La situación es alarmante. La combinación de calles a oscuras y una limitada presencia policial ha creado un ambiente en el que los vecinos se sienten inseguros incluso para realizar tareas básicas, como pasear a sus mascotas o hacer compras. La falta de luz ha transformado las calles en terrenos inseguros, donde el miedo a ser víctima de un robo es una constante.